Un viaje por Omán, el fascinante (y desconocido) país del incienso.”

 

David Rull

 

La costa sudeste de la Península Arábiga acoge este bellísimo país cuyo litoral, ciudades y oasis están aún por descubrir.

Desde tiempos inmemoriales, Omán ha sido lugar de encuentro de navegantes que surcaban los mares cargados de productos de Asia y África, de pescadores de perlas y de mercaderes de incienso que se adentraban por desiertos impenetrables, hasta llegar a su capital Mascate.

 

El antiguo puerto de Mascate se esconde en un recodo rocoso, entre la cordillera de Al Hajar y el mar de Arabia, protegido por los fuertes portugueses de Jalali y Mirani. El geógrafo griego Ptolomeo se refirió al lugar como Cryptus Portus, el Puerto Oculto. El nombre no podía ser más acertado. Al abrigo de las montañas, frente al golfo de Omán y cerca del estrecho de Ormuz, Mascate fue un estratégico enclave comercial que a lo largo de los siglos se disputaron persas, abasíes, portugueses, otomanos y británicos.

 

Cerca de la vieja Mascate se encuentra el puerto de Mutrah, rodeado por una corniche por la que los lugareños pasean, charlan y pescan al atardecer. La ciudad de Mutrah alberga un zoco que no ha perdido el ambiente de los mercados de antaño, donde predominaba la fragancia del olíbano, la resina aromática que se obtiene de árboles del género Boswellia. Hombres y mujeres pasean hoy por sus callejuelas en busca de todo tipo de productos: kufis (gorros tradicionales omaníes), rosarios islámicos o dallahs, los recipientes metálicos con un surtidor curvado con los que se prepara y sirve el famoso café árabe.

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